En muchas ocasiones confundimos nuestro derecho personalísimo al nombre personal y al ser identificado, con las marcas que se usan en el comercio.
¡Es mi nombre!, ¿Cómo voy a tener que registrar mi nombre y apellido? Es una de las respuestas típicas que escuchamos cuando asesoramos a nuestros clientes acerca del registro de un apellido como marca. El nombre personal nos permite identificarnos en el mundo civil, pero en el comercio es distinto.
En el comercio, cuando una marca se corresponde al nombre de una persona, puede pasar inadvertido dicha asociación, pues ese nombre o signo solo tienen la función de permitir distinguirse del resto de las marcas. El Objetivo es diferenciarse, no identificarse.
Cuando alguien entra a un kiosco y pide un Philip Morris, el consumidor no visualiza en esa marca un nombre y apellido de una persona, sino un producto.
Hay un sin número de registros de marcas que son apellidos o nombres y apellidos que se encuentran en esta circunstancia, mostramos solo algunos ejemplos de la vida diarias:
Los hermanos Daniel y Omar Garbarino crearon GARBARINO, en 1945 Umberto Andreani crea ANDREANI, en 1934 Sebastián Bagó crea BAGÓ
Algo esta claro, por mas nuestros nombres coincidan con alguno de estas marcas, es impensable intentar poner un correo postal que se llame Andreani o un intentar vender tecnología bajo el apellido Garbarino.
No registrar el apellido que se usa como marca, es arriesgar la trayectoria que se ha logrado a lo largo del tiempo. El registro de dicho apellido por parte de un tercero podría traer graves consecuencias y, de igual forma, al no tener la marca registrada, los derechos para ejercer acciones judiciales ante un tercero que esta usando el nombre, es fuertemente cuestionable al no contar con la debida protección legal que otorga una marca registrada.